sábado, 5 de enero de 2013

Bloom por olga_k


Autor: olga_k
Fic:  Bloom
Categoria: slash
Género: romance
Rating: T
Pairing: Bill/Tom
Advertencias: AU
Capítulos: 5
Finalizado: Sí
Resumen: Bill Kaulitz odia socializar y prefiere pasar su tiempo libre, o más bien todo su tiempo, rodeado de los libros que le dejó su padre, hasta que un día, gracias a su pasión por el fútbol y a su demasiada hiperactiva mascota, Tom Trümper termina entrando en su vida, haciéndole darse cuenta que tener compañía no está tan mal… y así, una bonita amistad, y algo más, podrá florecer.


Bill era una persona reservada, que le gustaba mucho pasar su tiempo encerrado en el estudio de su padre, leyendo la enorme colección de libros que éste le había dejado, o escribiendo pensamientos en un diario que su madre le había regalado para su cumpleaños.
Para él, interactuar y tener una vida social era algo que estaba demasiado sobrevalorado, y por eso mismo había preferido pasar su tiempo libre entre libros; le encontraba más sentido a las historias que éstos contenían, que a las actividades tan mundanas que los jóvenes de su edad se reunían a llevar a cabo.
En ese momento, estaba en el amplio jardín de su casa, sentado bajo la sombra de un enorme árbol que sus padres habían sembrado cuando se conocieron. Dicho árbol tenía veinte años de existencia y después que habían comprado esa casa, como aún era una pequeña matita fácil de transportar, lo habían llevado con ellos.
Ese árbol, había crecido con sus padres y con Bill.
Se pasó una mano por el cabello largo y oscuro y continuó leyendo.
En ese momento devoraba con alegría todas las letras de aquel libro, se guardaba en su memoria algunas de las escenas que los protagonistas vivían y luego las repetía una y otra vez en su mente, preguntándose por qué casi todos en los libros eran tan correctos e inusualmente perfectos, mientras que en la realidad que él vivía todo era tan distinto.
Se frotó los ojos con fuerza y después maldijo internamente, porque había olvidado que se había puesto un poco de sombra y rimel, que ahora estaban más en el dorso de su mano que en sus párpados y pestañas.
Arrugó la nariz, cerró el libro y se levantó de su cómoda posición sobre el pasto que cubría todo el jardín, y estaba planteándose seriamente ir de regreso a su casa, cuando el impacto de un balón de fútbol estrellándose en su árbol le hizo volverse a medias y alzar una ceja, indignado por lo que él consideraba una ofensa.
—¿Qué demonios crees que haces? —fue su introducción hacia el chico que iba corriendo hacia él, completamente sudado y lleno de tierra y raspones en uno de sus brazos.
El otro chico ladeó la cabeza, luciendo confundido y se encogió de hombros.
—¿Jugar fútbol? —respondió a modo de pregunta y sin prestarle más atención a Bill se acercó a su balón y lo tomó entre sus manos.

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